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miércoles, 30 de octubre de 2024

Íllar, El, 52º de los 103 pueblos de Almeria.

Íllar.  Por orden alfabético el 52º de los 103 de la provincia de Almería.

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En mi reto de hacer los 103 pueblos de Almería en bici, hoy Íllar.


El municipio de Illar pertenece a la comarca del Valle Medio del Andarax, situado en un paisaje accidentado e irregular, semiárido y de escasa vegetación, salvo en las zonas de regadí­o dedicadas a la agricultura, especialmente de la uva.

El pueblo se encuentra ubicado en la margen derecha del rí­o Andarax, rodeado de huertas, formando un conjunto recogido, de aspecto tranquilo, que presenta la fisonomí­a propia y tí­pica de los pueblos de la zona, con la Iglesia parroquial presidiendo el conjunto.

Historia

La primera documentación escrita sobre el pueblo es de época musulmana, dada por el geógrafo almeriense Idrisi en el siglo XII, al inscribirse dentro de la actividad colonizadora y fundación de Urs al-Yaman (nombre de la comarca desde Pechina en el siglo IX), de unos 20 castillos, los cuales tenían por objeto asegurarse el control del territorio y aumentar su capacidad impositiva.
A partir del siglo XIII, Illar formará parte de la taha de Marchena cuando Al-Andalus se reduce al Reino de Granada, siendo el feudo tradicional de la familia al-Nayar o Infantes de Almería.
Tras la rendición de Baza y las Capitulaciones de Almería en 1489, Illar deja de ser musulmana para comenzar su historia moderna bajo la égida del nuevo poder religioso; construcciones de nuevo cuño dan paso al campanario donde antes se encontraba el alminar musulmán, como la iglesia parroquial, dedicada a Santa Ana, construida en el siglo XVII, de estilo mudéjar.
La antigua taha de Marchena es concedida a Don Gutierre de Cárdenas y Chacón por los Reyes Católicos en 1494, en recompensa por su ayuda prestada durante la Reconquista, conociéndose entonces como señorío de Cárdenas y posteriormente, con su hijo, será el ducado de Maqueda.

Con la expulsión de los moriscos, Illar queda despoblada, crisis que se estabilizará en los siguientes siglos XVII y XVIII. El siglo XIX irrumpe con el liberalismo y la abolición de los señoríos en 1835, hecho de gran trascendencia para Illar al conseguir un nuevo régimen de independencia municipal y jurídico.
El siglo se caracteriza por un aumento poblacional y un enriquecimiento generado por el cultivo de la uva de Ohanes, llevándose a cabo nuevas construcciones que mejoraron el urbanismo del pueblo, como la fuente y el lavadero en 1871, la Glorieta y el Ayuntamiento, de estilo historicista, el cual ha perdido su carácter histórico tras su reciente construcción.
Esta situación continúa en las primeras décadas del siglo XX, para su interrupción posterior como consecuencia de una gran sequía y problemas sociales que enlazan con la Guerra Civil y una dura posguerra. Actualmente la despoblación y la sequía son sus principales problemas, los cuales están siendo superados gracias a las nuevas políticas comarcales y al carácter emprendedor de sus gentes, esperanzadas por los nuevos aires de recuperación que los tiempos modernos hacen del medio rural.


Huércal Overa, El, 51º de los 103 pueblos de Almeria.

 Huércal Overa.  Por orden alfabético el 51º de los 103 de la provincia de Almería.

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En mi reto de hacer los 103 pueblos de Almería en bici, hoy Huércal Overa.

Se encuentra situado en el nordeste de la provincia Almería, en el lí­mite con la provincia de Murcia, en un paisaje que cada vez se va pareciendo más al de levante, formado por tierras fértiles en las huertas de las ramblas, donde llega el agua, y por cerros áridos, esparteros y semidesérticos en el resto.

Su privilegiada situación ha permitido que la ciudad haya sido desde antiguo un importante centro comercial y en la actualidad sigue siendo un lugar de paso obligado entre el levante y el sur. Ese hecho se traduce en su estructura urbana, que conserva edificios y monumentos singulares, como la Iglesia parroquial de la Asunción, El Pósito, El Ayuntamiento (antiguo palacio de la Justicia), la Torre árabe y el Palacete de las Cuatro Torres.

Historia

La villa de Huércal-Overa, perteneciente a la Mancomunidad de Municipios del Levante Almeriense, estuvo encuadrada en el centro de la región cultural de la Bastetania, en el cruce de caminos que forman el corredor del Mediterráneo y la cuenca del Bajo Almanzora. Tuvo desde época prehistórica, desde la metalúrgica época argárica, la misión de poner en contacto a los hombres del inclemente sureste peninsular con los labriegos de las fértiles vegas grana-dinas. Además, la riqueza minera de sus cordilleras circundantes provocó que fenicios, griegos y cartagineses se asentaran en el litoral. Y que los últimos, que llegaron a controlar la explotación y comercialización de los minerales, utilizaran nuestra comarca como plataforma para proyectar su ansiada hegemonía en la orilla norte mediterránea, en conflicto con Roma.

La cercanía a puntos costeros de la importancia de Cartago Nova (Cartagena) o Baria (Villa-ricos) hizo que esta tierra se convirtiera en parte del tablero donde se dirimía el futuro del Mediterráneo y de la Península Ibérica: la Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.). Cartagineses y romanos ensangrentaron su suelo y aquí, entre la realidad y la leyenda, se asentó desde tiempo inmemorial la tradición que sitúa la muerte del general romano Cneo Cornelio Escipión, tras ser derrotado en la Batalla de Ilorci (211 a. C.), en la cumbre del Cabezo de la Jara (Cueva de Escipión). Después de la definitiva victoria romana, el solar que con el tiempo formaría el término de Huércal-Overa, pasa a depender de la Provincia Tarraconense en su mayor parte, que desde el norte llega hasta el río Almanzora, quedando lo que resta en la Bética. Desde este momento, el Almanzora se convertirá en frontera entre entidades sólidamente delimitadas: bizantinos y visigodos, visigodos y musulmanes, musulmanes y cristianos. Las tensiones lógicas producidas por este emplazamiento darán lugar a un territorio fuertemente fortificado. Se desarrollará entonces una sociedad de hombres libres, belicosos, emprendedores, es decir, una sociedad típicamente de frontera. Son señaladas reliquias de esta etapa la fortaleza de Huércal la Vieja, de origen remoto; la casa-fuerte de Overa (Santa Bárbara), y el castillo de Huércal, con su imponente torre, principal vestigio y símbolo de la villa mil veces reproducido y fotografiado.

A partir de su conquista cristiana de 1488, Huércal, que sólo había sido una encastillada guarnición militar islámica, y Overa, su centro abastecedor más cercano, se unirán para siempre en una sola entidad, bajo jurisdicción de Lorca. Fueron los lorquinos los que más se distinguieron entre los cristianos en las luchas fronterizas, obteniendo de los Reyes Católicos el dominio sobre las dos villas en detrimento de Vera. Los veratenses, por su parte, anhelaron desde el primer momento el disfrute de la vega huercalense, el Campo de Huércal, territorio privilegiado para la agricultura y la ganadería. Manifestaban que siempre había pertenecido a su taha (distrito), aunque admitían la propiedad lorquina de los dos núcleos importantes. El largo pleito entre Lorca y Vera por la posesión del Campo de Huércal comenzó en 1511 y posteriormente se dilató en las disputas legales entre estos y una Huércal-Overa ya independiente.

Pero la desaparición del Reino musulmán de Granada no trajo la tranquilidad. La zona fue a partir de entonces un hervidero de revueltas moriscas, azuzadas por las incursiones de los piratas berberiscos, que aprovechaban la vía natural del Río Almanzora para sus saqueos. En 1568 se produce la Rebelión de las Alpujarras, encabezada por Aben Humeya, que levanta a los pueblos de la comarca. Entonces Huércal y Overa se despueblan al convertirse su suelo en campo de batalla de la guerra entre los alzados y las tropas del rey, capitaneadas sucesivamente por el marqués de Mondéjar, el marqués de los Vélez y don Juan de Austria.

La definitiva expulsión de los moriscos (1572) y el freno a las incursiones norteafricanas provocó que los repobladores se pudieran asentar definitivamente en el valle, donde se encontraban las fuentes de agua (Balsas de Arriba y Abajo, y Fuente del Caño). La paz trajo consigo la expansión demográfica y con ella el desarrollo agrícola y comercial. Esta nueva situación llevó a los huercalenses a defender, con tesón y energía, la integridad territorial de su jurisdicción de las apetencias de Vera y Lorca. Los sufridos huercalenses comprendieron que la mejor forma de mantener sus fueros y privilegios era conseguir la independencia del concejo lorquino.

Fue el 3 de marzo de 1668 cuando Huércal y Overa, con la denominación común de Huércal-Overa y mediante escrito de compra a la Real Hacienda, que pagaron los propios vecinos de su patrimonio, se emanciparon de Lorca y se convirtieron en villa con jurisdicción civil y criminal.

Los huercalenses fueron bendecidos con tierras fértiles, aunque con una pluviosidad escasa. Cuando los años traían abundantes lluvias, la producción agrícola y ganadera estimulaba el comercio y el pueblo, y sobre todo su Campo, crecía. Hay que destacar la importancia que tuvo en el progreso económico el desarrollo de las dehesas ganaderas. Hasta aquí llegaban las cabañas de las comarcas cercanas y de las Hoyas de Baza para herbajear en invierno. Fue la primera fuente de ingresos para los vecinos y para las arcas municipales.

El principal fruto material de la prosperidad de este periodo es la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción (1709-1739), un hermoso edificio barroco con un artístico retablo de José Ganga y obras escultóricas de prestigiosos imagineros (Francisco Salzillo y Alcaraz, Roque López, Francisco Bellver y Collazos, José Sánchez Lozano y Antonio Castillo Lastrucci). Como no podía ser de otra manera, el dinero para su construcción también salió de los bolsillos de los huercalenses.

Pero los pueblos, en su desarrollo, tienen que hacer frente a los obstáculos de la naturaleza: esta es una tierra extremosa donde se alternan largos periodos de sequía con puntuales y devastadoras inundaciones. Y en no pocas etapas de la historia a las inclemencias meteorológicas se han unido epidemias, plagas y terremotos. Merecen señalarse en la crónica del infortunio el Terremoto de 1863, cuyas incesantes sacudidas obligó a los vecinos a abandonar el pueblo e instalarse en los alrededores durante varios meses, y la Inundación de 1879, que se cobró vidas humanas y arrasó el fértil manto de los campos. De todas las calamidades salieron los huercalenses con renovados bríos, sobre todo de la última, pues supieron mover-se con pericia. Consiguieron socorros de toda España, sobre todo de Madrid, que sirvieron para el encauzamiento de las aguas (Depósitos Municipales) y para la reforma y el embellecimiento urbanísticos.

El siglo XIX se abrirá con la dolorosa experiencia de la Guerra de la Independencia. En Huércal-Overa estableció su cuartel general el general Joaquín Blake y en Huércal-Overa tuvo que librar feroces batallas contra los franceses en los Llanos de la Virgen y en la pedanía del Saltador.

Una vez restañadas las heridas que en lo humano y en lo material legó la contienda, Huércal-Overa se dispuso a afrontar la etapa que conformaría su actual fisonomía: un pueblo de trazo mercantil, centro comarcal de una estimable producción agrícola y ganadera. Una serie de años de buenas cosechas, sobre todo en los rentables viñedos de los pagos de la Sierra de las Estancias, el desarrollo de la minería en Sierra Almagrera y la mejora de las comunicaciones, con la construcción de la carretera que une Puerto Lumbreras con Almería y el establecimiento de estaciones de ferrocarril y telégrafos, repercutieron en el engrandecimiento poblacional y económico de la villa. Hasta tal punto que se logró la adjudicación de una de las dos sedes provinciales de la Audiencia de lo Criminal (1884). A este efecto se construyó un Palacio de Justicia, actualmente sede del Ayuntamiento.

Esta riqueza tuvo su influencia en lo social y cultural. Prosperaron las asociaciones (Casino Principal, Cooperativa Cultural, Círculo Instructor Obrero...), se fundaron periódicos (El Horizonte, La Voz del Ateneo, El Almanzora), se consiguió una feria ganadera y comercial de ocho días (1818), se lideró la federación comarcal en defensa de los trasvases de agua al Valle del Almanzora, y sobre todo se consolidó la que ya no dejaría de ser la seña de identidad de Huércal-Overa: las procesiones de Semana Santa. Tanto rivalizaron las cofradías morada, blanca y negra en fervor y gusto estético que los desfiles procesionales fueron declarados de Interés Turístico Nacional por el Gobierno de España en 1983. Todo este dinamismo lo podemos personificar en las figuras del magistrado e historiador D. Enrique García Asensio, autor de la Historia de Huércal-Overa y su comarca (1908-1910), que todavía hoy se lee con provecho por su estilo y solidez historiográfica, y, sobre todo, de D. Salvador Valera Para, el Santo Cura Valera, cuya fama de santidad traspasó los estrechos límites de este pueblo y cuyo íntegro y humilde magisterio ha reconfortado a generaciones de huercalenses.

Huércal-Overa atravesó el siglo XX con el mismo espíritu emprendedor del que siempre hizo gala. Las consecuencias de la Guerra Civil acarrearon una inmediata disminución de la actividad económica y una fuerte emigración. Pero otra vez hubo huercalenses que se enfrentaron a las dificultades con determinación. Se siguió comerciando, fabricando y cosechando. Para esto último ya no se tuvo que estar solamente al albur de la meteorología: fueron principalmente huercalenses los que arrancaron al Estado las resoluciones necesarias para la implantación de los pozos de riego del Saltador o la llegada a los pueblos del levante almeriense de los trasvases Tajo-Segura y Negratín.

Con la Democracia se produce una nueva expansión de las actividades económicas. Las consecuencias son las reformas necesarias en las zonas deprimidas y una mayor racionalidad en el trazado de las nuevas. Además, aumenta y mejora el equipamiento urbano: el incremento de las infraestructuras funcionariales, económicas, culturales y deportivas, así como la restauración de monumentos dan fe de este progreso. La implantación de delegaciones administrativas, tanto autonómicas como estatales, hacen de este pueblo destino necesario para los habitantes del norte almeriense. Destaquemos en este capítulo el Hospital Comarcal “La Inmaculada”, el teatro “Rafael Alberti” o el pabellón de deportes con un complejo acuático anejo.

Huércal-Overa afronta el siglo XXI con optimismo. Sus habitantes saben que tienen tras de sí una historia hecha de inteligencia y esfuerzo.

Huércal de Almería, El, 50º de los 103 pueblos de Almeria.

 Huércal de Almería.  Por orden alfabético el 50º de los 103 de la provincia de Almería.

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En mi reto de hacer los 103 pueblos de Almería en bici, hoy Huércal de Almería.

Esta localidad se extiende a lo largo de la comarca del Bajo Andarax, convertida, tras su independencia de la capital, en un importante centro industrial para la zona.

Este florecimiento económico ha beneficiado al pueblo por cuanto ha supuesto de mejora en sus servicios e instalaciones municipales.

Historia

El término municipal de Almería en época árabe coincide con el que habían fijado los visigodos y que viene a ser una comarca natural limitada por el mar y por los ríos circundantes.

Junto a Huércal formaban parte de la capital las localidades de Roquetas de Mar, Aguadulce, Vícar, Níjar, Gádor, las Salinas, Ribera de la Algaida, Parador de la Asunción, Félix, Enix, Santa Fe, Rioja, Tabernas, Benahadux, Pechina, Viator, Campo del Alquián y Huebro.

Los Reyes Católicos respetan esta distribución y, por un decreto suyo, el 8 de diciembre de 1501 dan al núcleo de Huércal la denominación de arrabal de Almería. Esta concesión, según refleja el legajo 906 del Archivo Municipal, en su página 1, se realiza para que la ciudad de Almería «sea ennoblecida y mejor poblada».

En el Libro de Apeos de Almería de 1573, que se conserva en el Archivo Provincial, se describían así estos parajes: «los arrabales de Almería se extienden por todo el campo hasta el río y el molino de la Torre, que está sobre el río, tomando desde la lengua de la mar el río arriba hasta el molino de la Torre.

La permanencia de estos arrabales durante varios siglos obedece a que la Almería moderna sustituye a la musulmana dentro de las murallas de la ciudad. Será a partir del siglo XVIII cuando la urbe sale extramuros y llega ya a la Torre de Cárdenas, al molino de la Torre y al río por el camino que va hacia Cabo de Gata.

La condición de Huércal de cruce de caminos, dada su situación estratégica en el centro de una importante y rica comarca, se remonta a la época de los Reyes Católicos, donde ya había un atajo, fuera del camino de Pechina, para acercarse con mayor rapidez a la capital.

Ese atajo pasaba por Huércal y llegaba a Almería a través de la Torre de Cárdenas. Su privilegiado lugar hace que por la localidad huercalense pasen cada día miles de gentes, que cruzan la comarca del Andarax.
Su situación de encrucijada ha dado pie a que surja una leyenda, la de la mujer peinada, a la que muchos caminantes dicen haber visto por la noche, al borde de una de las carreteras, peinándose con un manantial de agua que la rodeaba.

Ese manantial es el de la Peinada, cuya buena calidad del agua hacía que, a mediados del pasado siglo, muchas personas que padecían algún tipo de dolencia bebieran agua del mismo.

Desde allí hasta un puente, que está encima de la huerta que llaman el Cordobí, y desde allí por los secanos arriba hasta la torre de Cárdenas, y desde allí por la sierra hacia la parte de Almería, en que había una rábita, y desde allí sube a un algibe que está en el camino de Remepipar, y desde allí, hasta los alrededores de la capital».

Esta denominación de arrabal se mantuvo a lo largo de los siglos, por lo que en el Catastro de Ensenada de 1752 la descripción que se realiza de Huércal le define como arrabal de la ciudad de Almería.

Durante el reinado de los Reyes Católicos, la población de Huércal sufrió, al igual que el resto del reino conquistado, la expulsión de parte de sus habitantes y la conversión de otros, en lo que se denomina moriscos.

Los censos de 1501 adjudican a la localidad de Huércal un total de 171 habitantes, de los que una gran parte eran moriscos. Censo que se vio alterado tras la rebelión de los moriscos en 1568, que provocó la expulsión de la totalidad de esta población, y se trajo a nuevos repobladores.

En febrero de 1571 se inicia la repoblación de la capital almeriense y sus zonas de influencia. Por ello, de los 300 moriscos que había entre Almería, Huercal, Viator, Alhadra y Alquián, se pasa a contar con 150 nuevos pobladores, a los que se da casa en la ciudad y hacienda en la circunscripción.

Pese a esos altibajos, la población ha ido en aumento hasta llegar a la actualidad a unos 10.310 habitantes, gracias al establecimiento en su término municipal de las industrias y empresas de la capital almeriense.

La importancia de este municipio dentro de la comarca del Andarax le ha hecho contar con su propia parroquia desde 1619, aunque con anterioridad existen escritos que acreditan la existencia de una iglesia, puesto que los documentos certifican la compra de material y vigas para levantar en dicho núcleo un conjunto eclesiástico.

En las actas del Archivo Catedralicio se puede comprobar que el Cabildo declara en 1673 los lugares de Huércal y Viator como suburbios de Almería, cuyo beneficiado viene a decir misa los días festivos.

Posteriormente, en 1734, Huércal pasa a ser de nuevo parroquia y se le separa de su anejo Viator, que se constituye en nueva parroquia.

El crecimiento de la población será bastante lento en esta zona de la provincia. Durante el siglo XVII la capital almeriense cuenta con sólo 450 vecinos, de los que la mayor parte son viudas y familiares de clérigos y oficiales de la guarnición. En el siglo XVIII el crecimiento será mucho más rápido, y así los censos adjudican a la población huercalense un total de 326 vecinos.

Tras su independencia de Almería, a principios del siglo XIX, la población de Huércal se ha visto sometida a los altibajos en el número de habitantes que esta provincia registró en su mayor parte, sobre todo por el hecho de la inmigración.

Huécija, El, 49º de los 103 pueblos de Almeria.

 Huécija.  Por orden alfabético el 49º de los 103 de la provincia de Almería.

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En mi reto de hacer los 103 pueblos de Almería en bici, hoy Huécija.

Municipio perteneciente a la comarca del Valle Medio del Andarax, que se extiende por las faldas de la Sierra de Gádor dentro de un precioso paisaje que incluye fértiles huertas de parras y frutales, y terrenos desérticos. Entre todo ello se levanta el núcleo urbano, uno de los pueblos más aristócrata de la provincia, en el que sobresalen la Iglesia Parroquial y el Convento de los Agustinos.

Historia

Huécija es el pueblo de perfil más aristócrata y monacal de la comarca, consecuencia de haber sido cabeza y capital de un señorío a lo largo de cuatro siglos. El significado de su topónimo es oscuro como su origen, si es latino o árabe, aunque se constata que en época musulmana era llamado Guacimora, Güecixa y Güécija.

El primer asentamiento cultural de la villa probablemente sea de origen romano, ya que al encontrarse a la vera del Cerro Marchena, donde se instala una villa romana, tuvo que haber un contacto y aprovechamiento de sus recursos naturales.

En época musulmana, durante la Edad Media, la primera mención de la alquería se inscribe dentro de la actividad colonizadora y fundación en el territorio de Urs al-Yaman (nombre de la zona desde Pechina, cuando ésta era el centro urbano más importante, traducido por Urci de los yemeníes o tierra dada a los yemeníes), de asentamientos de poblaciones hacia el año 891.

Posteriormente, cuando Al Ándalus queda reducido al reino nazarí, a partir del siglo XIII, Huécija se integra como uno de los diez lugares que formaban la taha de Marchena, siendo Marchena la fortaleza más importante donde residía el gobernador. A finales del siglo XV, tras la rendición de Baza y las Capitulaciones de Almería en 1489, la taha de Marchena pasa como recompensa a Don Gutiérrez de Cárdenas y Chacón, siguiendo la costumbre de los Reyes Católicos de ceder señoríos a los nobles que participaron en la Reconquista.

Este antiguo y nuevo señorío que se cedió en 1494 al señor de Cárdenas se componía, según el documento de donación, de diez lugares, Zodun (Alsodux), Alhabiati (Alhabia), Terque, Bentarico (Bentarique), Ylar (Illar), Alhama, Estancihun (Instinción), Ragol, Alicún (posiblemente un barrio de Huécija) y Huécija como la capital.

Sólo Huécija y Terque tienen categoría de villas; en la primera residía el gobernador y administrador de los señores de Cárdenas, siendo su hijo Diego de Cárdenas y Enríquez nombrado primer duque de Maqueda. Su madre, doña Teresa Enríquez, es una figura muy peculiar en la comarca, llamada por el Papa Julio II «la loca del sacramento», por su promoción de las procesiones del Corpus y por ser la patrocinadora y encargada de la fundación de conventos e iglesias en esta tierra de mezquitas y alminares.

Cabe destacar el Convento de los Agustinos, por su magnífica torre, única en la comarca. Fundado en 1511, es una construcción de cantería, con una estructura similar a las atalayas, pero de mayor dimensión, la cual se adosaba a otro edificio como refugio defensivo.

El convento fue saqueado en 1568 por los moriscos, siendo la iglesia actual una reconstrucción del siglo XVIII. La iglesia parroquial dedicada a Nuestra Señora de la Encarnación fue construida también en el siglo XVI, en estilo mudéjar, pero es un templo que ha sufrido daños y añadidos posteriores de estilo barroco y neoclásico.


El siglo XVI finaliza con la última rebelión de los moriscos, su derrota y definitiva expulsión, en detrimento de la economía y demografía de Huécija, que no se recuperará hasta el siglo XVIII. El siglo XIX irrumpe con el liberalismo, siendo el hecho más trascendental para la villa la abolición del señorío de Maqueda y Arcos en 1835, factor que determina un nuevo régimen de independencia para el municipio y autonomía para nombrar un alcalde y un regidor en el pueblo.

En su nuevo régimen, Huécija se desarrolla con un aumento poblacional y económico, debido a la riqueza que genera el cultivo de la uva de Ohanes, enlazando con el actual siglo para entrar en una época de dificultades e inestabilidad propias de una guerra civil.


Convento de los Agustinos

Descripciones generales y arquitectónicas: Presenta una planta de cruz latina con capillas hornacina, sobre las que existen tribunas comunicadas por atajos y con el coro alto situado a los pies. Su alzado ofrece una superposición de arquerías en los tramos marcados por las pilastras. La nave se cubre con una bóveda de medio cañón con lunetos y el crucero con una cúpula sobre pechinas. La capilla mayor muestra una planta poligonal y bóveda e cinco paños con profundos lunetos. La decoración, que se concentra en el crucero y la cabecera, presenta un amplio repertorio de estucos policromados y motivos pintados, todo ello dentro del gusto barroco. A los pies se dispone una portada adintelada de cantería en la que destaca los clavos con cabezas en forma de corazones. La portada lateral comprende un vano de medio punto entre retropilastras y medias columnas toscanas sobre plintos, recorridas por un entablamento; sobre este un frontón roto y una hornacina. En su fábrica se utilizó cantería, mampostería y aparejo mixto de ladrillo y cajones de mampostería. Arrimado al costado del evangelio se conservan muy transformados algunos restos del antiguo convento y a los pies de la iglesia se conserva la antigua torre-fuerte, un impresionante volumen cilíndrico de cantería que ostenta un gran escudo de los duques de Maqueda.

Aspectos Históricos: El convento de Padres Agustinos de Santa María de Jesús de Huécija fue fundado por doña Teresa Enríquez en 1511 para que los religiosos “trabajen de dotrinar e instruir a los nuebamente convertidos de aquella mi tierra en las cosas de nuestra Santa Fe”. La primitiva iglesia conventual contaba con una torre-fuerte de cantería que no evitó que fuera saqueado el convento durante la rebelión de los moriscos. A partir de 1723 se reconstruye la iglesia, con un proyecto concebido por Simón López de Rojas y aprobado por Gaspar Cayón, maestro mayor de la catedral de Guadix. Las obras se suspendieron en 1728, iniciándose un pleito entre los agustinos y Simón López, que desencadenó el abandono de los planes de éste y la introducción de importantes modificaciones en las que interviene el propio Gaspar Cayón. Tras la desamortización, el convento pasó al Estado y la iglesia se utilizó como parroquia auxiliar. A comienzos de la segunda mitad del siglo XIX se edificó un cuerpo exagonal de ladrillo sobre la antigua torre-fuerte. Fue habilitada como cárcel durante la Revolución de los Coloraos de 1824.

En la actualidad el “Convento de los Agustinos”, declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento según el Decreto 81/1992 de 19 de mayo de la Consejería de Cultura y Medio Ambiente, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca de la provincia de Almería. Está siendo restaurado su interior intentando recuperar los aspectos más significativos e identificativos de su pasado, tales como pinturas, reconstrucción de aspectos decorativos, restauración de maderas, etc, a través de la financiación de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Gérgal, El, 48º de los 103 pueblos de Almeria.

Gérgal.  Por orden alfabético el 48º de los 103 de la provincia de Almería.

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En mi reto de hacer los 103 pueblos de Almería en bici, hoy Gérgal.

Pueblo situado en la Sierra de los Filabres, al lado de la carretera que une Almería con Granada por el interior. La distribución de sus calles en pendiente a lo largo de la ladera, sus casas blancas con terrado y chimenea, su Iglesia mudéjar presidiendo el conjunto, su estructura urbana, en suma, conserva los rasgos propios de su origen árabe.

Dominando todo el pueblo se encuentra un precioso Castillo, hoy residencia particular. En su término municipal se encuentra el Observatorio Astronómico de Calar Alto.

Historia

Fue llamada por algunas crónicas Xérgal. Su fortaleza fue durante mucho tiempo vigilante del cruce de caminos que comunicaba Fiñana con Tabernas y Almerí­a. La tipologí­a urbaní­stica de gran número de sus casas es a base de tierra y losas y cubiertas de pizarra.

Las sepulturas de santones nos muestra que fue tierra solitaria habitada desde muy antiguo por eremitas mozárabes y musulmanes. Con la conquista cristiana en el 1489, los Reyes Católicos dieron la villa de Gérgal en régimen de señorí­o al maestre de Santiago don Alonso de Cárdenas.

En la Guerra de las Alpujarras (1568-1570), Gérgal se unirí­a a la rebelión morisca. El alcaide de la villa era un morisco llamado Francisco Portocarrero, los cristianos viejos confiaron en él y tras ser encerrados con engaños en la fortaleza serí­an degollados. Cuando tuvieron noticias de la inminente llegada del Marqués de Los Vélez con un ejército, los moriscos abandonarí­an la villa. Terminada la guerra serí­a repoblada con vecinos de fuera del Reino de Granada como mandaba la Pragmática de Felipe II.

Con el siglo XIX llega la abolición de los señorí­os en el 1835. Gérgal se unirá al cultivo de la uva de Ohanes, como otras tantas poblaciones de Almerí­a, que supondrá un importante auge para esta villa. A la vez, se explotarán minas de hierro, aunque en manos de compañí­as extranjeras. Un cable aéreo transportará el mineral hasta la lí­nea de ferrocarril. Esta prosperidad durará apenas un par de décadas del siglo XX.

Es un orgullo para esta villa el encontrarse en su término municipal el observatorio astrofí­sico de Calar Alto, en la cumbre del monte del mismo nombre.

Personajes destacados
Sebastián Pérez Garcí­a, Senador del Rey a principios de siglo.

martes, 22 de octubre de 2024

Garrucha, El, 47º de los 103 pueblos de Almeria.

 Garrucha.  Por orden alfabético el 47º de los 103 de la provincia de Almería.

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Hermoso pueblo de pescadores, el más importante por esta actividad de toda la costa oriental almeriense, situado un poco más arriba del centro de la costa levantina, en un lugar ideal para el disfrute de sus excelentes playas, de sus instalaciones turí­sticas y de su excelente pescado.
Historia

"Ex mari orta", surgida del mar, reza el lema de su escudo. Según una crónica castellana de 1327, de una incursión de tropas en el Reino de Granada, existía un pueblecito en la costa llamado Almoraic a una legua de Mojácar y en dirección a Vera. Quizás sea la primera referencia histórica de esta villa.

Han sido frecuentes los pleitos de estas dos ciudades, Vera y Mojácar, de anexionarse Garrucha hasta su independencia en el 1861, incluso una vez aprobada fue retrasada hasta que una Comisión de Vera hizo una visita a la reina Isabel II. Ya los Reyes Católicos tuvieron que mediar estableciendo en el 1494 el impuesto del tigual en el que se cobraba una tasa fija por cada carga de pescado que se vendía en su puerto, la recaudación obtenida se repartía en una proporción establecida entre estas dos ciudades. En su término municipal se han encontrado restos de asentamientos prehistóricos, ibéricos, cartagineses y romanos.

Del periodo nazarí había una torre cerca del mar, en el mismo lugar donde hoy se encuentra el ayuntamiento, que servía de protección a los pescadores de las correrías cristianas, muy frecuentes en la época por encontrarse muy cerca de la frontera con el Reino de Murcia. En el 1518 fue destruida por un terremoto.

A esta tradición pesquera hay que unir su importancia como puerto. A través de él, tras la conquista cristiana de 1488, se aprovisionó el ejército para seguir la campaña. También existió desde la época de al Andalus un gran almacén llamado "Casa de la Sal" o "Alfolí" para guardar la sal procedente del Cabo de Gata, Dalías y Mazarrón y distribuirla en el interior. En el siglo XVI se constata el comercio a través de su puerto de vinos, esparto y mármoles.

A pesar de esta tradición comercial, nunca fue un lugar de asentamiento de población por las continuas incursiones de los piratas berberiscos que crearon durante siglos gran inseguridad con pérdidas de propiedades, vidas e incluso el ser capturado para ser vendidos como esclavos. El esplendor para Garrucha llegaría con el auge minero del siglo XIX.

El descubrimiento en el 1838 de plata nativa en el barranco de Jaroso en Cuevas de Almanzora iniciará la fiebre minera de la provincia de Almería. El puerto de Garrucha será la salida natural de buena parte del mineral obtenido en las minas de la comarca. Se crearán varias fundiciones como la de San Ramón en 1841, para extraer plomo argentífero, ésta se convertirá en el 1858 en alto horno para la fundición de mineral de hierro de Bédar y Sierra Cabrera conocida como "El Martinete"; o la de San Jacinto en 1860. Llegará a ser tan importante que diversos países europeos como Inglaterra, Francia, Alemania, Italia,... establecerán sedes consulares para sus embajadas. La construcción de un Cable Minero desde el Pinar de Bédar en el 1887 y del ferrocarril minero en el 1890 incrementará si cabe su comercio ya de por sí importante.

Ya en nuestro siglo, durante la Dictadura de Primo de Rivera se aprueba la construcción del puerto de pescadores. En la actualidad, acabada la actividad minera, la pesca y el turismo constituyen su principal fuente de ingresos. Cuenta con 68 barcos dedicados a la pesca artesanal, el palangre y el rastreo. La especialidad de su puerto es la pesca de la gamba roja. También cuenta con un puerto deportivo y sigue conservando su puerto comercial, exportándose más de un millón de toneladas de yeso a granel procedente de las yeseras de Sorbas.

Personajes destacados

Cano Cervantes, poeta.
 
CASTILLO DE JESÚS NAZARENO

Construido en 1769 por el arquitecto veratense Francisco Ruiz Garrido. Esta fortaleza, con una batería semicircular de artillería que mira al mar y dos torreones circulares en las alas que defendían las costas de los ataques de la piratería. A mediados del siglo XIX fue ocupado por el cuerpo de carabineros que mantuvo un cuartel independiente. Con posterioridad pasaría a ser casa cuartel de la Guardia Civil. Actualmente alberga el centro de interpretación de la pesca NAUTARUM (foto) y también se utiliza como sala de exposiciones e incluso como escenario para celebraciones como bodas, presentaciones de libros, conciertos, etc.

MONOLITO DEL POETA ANTONIO CANO CERVANTES

Monumento en memoria del Poeta Antonio Cano Cervantes, situado en la céntrica plaza del Ayuntamiento, fue inaugurado el 27 de Agosto de 2000. Se trata de una escultura en bronce que representa al conocido poeta ciego de Garrucha, formada por un tronco donde aparece grabada una de las serenatas más conocidas del poeta y la cabeza.


PASEO Y MONUMENTO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

El 16 de Julio de 2006, coincidiendo con el día de la Patrona, La Virgen del Carmen, fue inaugurado este monumento de mármol blanco de Macael. Fue esculpida por Roberto Manzano y está situada en el extremo de la Playa del Pósito junto a la Lonja, mirando al mar y representando la protección y el honor de los pescadores que faenan a diario.

Se ha convertido en un fantástico mirador hacia el mar al que se accede a través de un paseo de piedra acondicionada con zonas ajardinadas en sus laterales.

ANTIGUA CHIMENEA

Conocida popularmente como el Calvario, fue construida en lo más alto de Garrucha a finales del siglo XIX; tiene forma piramidal y 72 pies de altura. A través de la misma se evacuaban los humos de las antiguas fundiciones de mineral del municipio. Siempre ha sido un referente para los habitantes de Garrucha y hoy en día se ha habilitado una zona peatonal y un mirador, pues las vistas que ofrece desde lo alto del pueblo son muy singulares.

Gallardos, Los , El, 46º de los 103 pueblos de Almeria.

 Gallardos, Los  .  Por orden alfabético el 46º de los 103 de la provincia de Almería.

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En mi reto de hacer los 103 pueblos de Almería en bici, hoy Gallardos, Los.

Los Gallardos es un pueblo de interior, situado en la comarca del Levante de Almería a 80 km, de la capital.

El municipio debe su asentamiento al auge minero de la vecina Bédar, por ser un anejo de ésta hasta 1924 que obtuvo su autonomía y su independencia.

La economía del municipio es muy variada, destacando la agricultura, transportes y conjunto de comercios existentes en el pueblo. Antiguamente la mayoría de los habitantes del pueblo se dedicaban a la agricultura, siendo el principal lugar de su desarrollo la “huerta” donde se concentraban los cultivos de los ciudadanos.

Historia

La historia oral ha venido determinando que el origen del nombre se centra en los primeros asentamientos de vecinos con el apellido Gallardo como predominante. Otra teoría habla del capitán Gallardo, oficial que, procedente de Mesa Roldán, llegó a Los Gallardos y se instaló en la primera calle que se creó en el pueblo, con casas solariegas, en la calle Soriano.

El historiador Francisco Miguel Guerrero Montero, vecino de la localidad escribió la primera historia seria del pueblo bajo el epígrafe general de Los Gallardos, editado por el Instituto de Estudios Almerienses en 1995. Guerrero cita al heraldista García Garrafa y recoge textualmente: «Una real célula otorgada en 1576 por el rey Felipe II al capitán Francisco Gallardo, vecino de la ciudad de Vera, que sirvió contra las huestes moriscas de Granada». «De regreso a España», indica García, «dicho capitán volvió a luchar en Andalucía, y en 1571 prendió en la parte llamada Mesa Roldán (Carboneras) al capitán y caudillo Hernando Portocarrero. En los pueblos cercanos y limítrofes, el apellido Gallardo es considerable, incluso antes de constituirse núcleos de casas bajo el nombre de Los Gallardos.

El núcleo urbano se fue asentando en torno a un acontecimiento básico para la historia y antecedentes del municipio. Nos referimos al inicio de las explotaciones mineras en Sierra Almagrera a comienzos del siglo XIX y al descubrimiento de filones de plomo y de hierro en la sierra de Bédar. Todavía aparecen signos de la actividad minera entre los municipios de Bédar y Los Gallardos y fragmentos del cable aéreo desde el Pinar a Garrucha. Había un ferrocarril minero que unía Los Gallardos con Bédar y Garrucha. Restos del puente se pueden comprobar en la nacional 340 a la altura de la barriada de La Perulaca. En este puente aparecen pintadas tan significativas como «Franco, más agua». En los años sesenta, el general pernoctó en Huércal-Overa y se trasladó por carretera a Almería pasando por el término de Los Gallardos. La salida de cientos de personas aglutinó el grito de agua, agua.

Afortunadamente, la obra histórica se plasmó en los años ochenta con la construcción del pantano del Almanzora, aunque los vecinos de Los Gallardos no pudieron disfrutar de dicha obra, impulsada por la Administración, hasta los primeros años noventa. De todas formas, la agricultura ha sido de subsistencia históricamente. Los hombres trabajaban en las minas y las mujeres, ancianos y niños cuidaban la huerta para una producción de subsistencia y, en definitiva, de ayuda familiar.

En los años setenta, las mujeres se incorporan profesionalmente al mundo de la agricultura en la siembra y recogida de tomates, que puso en marcha la multinacional Pascual Hermanos de Águilas, y que tenía como encargado al vecino de Los Gallardos Francisco Crespo. Eran cientos de mujeres las que trabajan en el campo. Y aquí tuvo su máximo apogeo la polémica que aún perdura sobre las avionetas «espantanubes». Un asunto que científicamente parece cerrado, pero que desde Pulpi hasta Los Gallardos, pasando por el campo de Lorca, existe una notable creencia popular de que la lluvia no llega por intereses delas multinacionales agrícolas. Pese a la opinión de expertos universitarios, la polémica no está, ni mucho menos, zanjada.

La fábrica fue impulsada por los dos primeros alcaldes y por Martín Martínez y Francisco Alarcón. Este, abuelo de una amplia familia, pasó a la historia como el tío Molinero y la persona que llevó adelante el proyecto. Por el período franquista desfilaron un total de ocho alcaldes. El primero, Juan González Molina, y el último, y el alcalde que más tiempo ha desempeñado el cargo, Martín Ruiz Hernández, que estuvo desde 1963 hasta 1978 en que fue relevado por su primer teniente de alcalde, Pedro Haro Gómez. Agua, luz, alcantarillado, teléfono y colegios públicos en barriadas, así como asfalto de las calles principales se realizaron en dicha época franquista. El historiador Miguel Guerrero, en su libro, recoge que en 1977, antes de las elecciones democráticas, este periodista presentó un escrito en el Ayuntamiento solicitando que se colocara la bandera de Andalucía, en reconocimiento a la personalidad andaluza del pueblo.

El primer alcalde democrático fue Antonio García Molina, hermano de Francisco, que fue delegado de Cultura con UCD y la primera persona que tuvo estudios en los primeros años sesenta de Los Gallardos, maestro como nuestro primer alcalde y como sus padres. Una familia de maestros. A García Molina le sustituyeron democráticamente Emilio Ruiz; José Antonio García Crespo, Segundo Ramírez Pérez, y la actual Alcaldesa, María González Martínez. Estos cinco son los alcaldes democráticos de Los Gallardos.

Gádor, El, 45º de los 103 pueblos de Almeria.

 Gádor.  Por orden alfabético el 45º de los 103 de la provincia de Almería.

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En mi reto de hacer los 103 pueblos de Almería en bici, hoy Gádor.

Gádor es un pueblo blanco ubicado en las faldas de la sierra de su nombre, con un paisaje único de oasis (huertas de cí­tricos) y desiertos deslumbrantes. A su término pertenecen parte del poblado de los Millares.

Entre este paisaje se levanta el pueblo, con una interesante arquitectura troglodí­tica, sus calles luminosas de casas blancas y su espléndida Iglesia Parroquial.


Historia

Villa situada a las faldas de la Sierra de Gádor. De origen árabe, aunque su nombre se remonta a la cultura fenicio-ibérica. Podemos destacar en su paisaje y su actividad agrí­cola sus valles llenos de naranjos.

Del Neolí­tico podemos destacar el importante yacimiento del poblado de Los 
Millares, conjunto megalí­tico del III milenio a.c. y sepulturas y ruinas argáricas en las ramblas de Huéchar y Ciscarejo del III milenio a. C. Igualmente se han encontrado restos de la época romana y bizantina constatando así­ su poblamiento en este periodo histórico.

Durante el periodo de Al-Andalus tuvo mezquita y Aljama. Se estableció un sistema de regadí­o, que prácticamente es el actual, y que integraba el aprovechamiento de las aguas para la agricultura y la molienda y en el siglo XVI también para la instalación de una herrerí­a.

 
Con la conquista cristiana queda una población 160 habitantes, en su gran mayorí­a moriscos. Con la sublevación morisca y su expulsión posterior, Gádor quedará prácticamente despoblado. Su repoblación con cristianos viejos se llevará a cabo en años posteriores a la expulsión de 1570.

Durante los siglos XVII y XVIII habrá una consolidación de la nueva población en un nuevo barranco, sobre el que está asentado el pueblo actualmente. En el siglo XIX se rompe la economí­a tradicional agraria de los productos de huerta, aceite y seda para introducirse en el monocultivo de la uva de Ohanes y cuando decae ésta se sustituirá por la naranja. También sufrirá una importante transformación por el desarrollo minero de este siglo. Concretamente en Gádor se establecerán complejos de explotación del azufre. Producto de esta actividad queda un interesante paisaje de arqueologí­a industrial. Esta actividad minera se ha sustituido en la actualidad con la obtención de cementos en el paraje del Jalvo.



El yacimiento de Los Millares se localiza en el municipio de Santa Fe de Mondújar (Almería) en una meseta con forma de espolón entre La rambla de Huéchar y el río Andarax, a 20 km. de su desembocadura.

Este enclave arqueológico es un referente del Calcolítico a nivel europeo, ya que su organización espacial demuestra una extraordinaria complejidad funcional para el que fue su momento de ocupación (del 3200 al 2200 a. C.).

Se compone de un poblado con cuatro líneas de murallas concéntricas, una necrópolis de tumbas colectivas y un conjunto de 13 fortines, situados a ambos lados de la rambla de Huéchar, que completan el potente sistema defensivo que controló el asentamiento y su territorio más próximo.

La necrópolis ocupa una extensión de unas 13 hectáreas y se localiza a las afueras del poblado. Se compone de unas 80 sepulturas de grandes dimensiones y diversas estructuras de carácter ceremonial. Las tumbas se distribuyen conformando pequeños grupos, lo cual refleja las relaciones familiares, sociales y simbólicas existentes en Los Millares.

Las tumbas son colectivas. La mayoría constan de una cámara circular de entre 3 y 6 metros de diámetro que a veces presenta diversos nichos laterales. La cubierta se realiza unas veces aproximando progresivamente las hiladas hacia el interior, formando una falsa cúpula, y otras con un cierre horizontal plano de madera apoyado en un pilar central. Desde el exterior se llega a la cámara por un corredor. El conjunto se cubre con un túmulo de tierra y piedras.

El poblado posee tres líneas de muralla concéntricas que cierran y segmentan el asentamiento. Una cuarta fortificación a modo de ciudadela se sitúa en la parte más interna del espolón.

Presenta un urbanismo organizado con viviendas de planta circular, algunos edificios de uso público y construcciones relacionadas con la distribución y almacenamiento de agua. La principal actividad económica era la agricultura, la ganadería y la caza, junto con otros trabajos especializados como los metalúrgicos y la producción de puntas de flecha.

La visita

El Enclave Arqueológico de Los Millares se compone de el yacimiento arqueológico en cuestión, un centro de recepción de visitantes y una zona interpretativa cuya visita es independiente pero complementaria a la del yacimiento.

La visita comienza en el centro de recepción de visitantes donde hay abundantes datos acerca de las investigaciones llevadas a cabo en los Millares. En este espacio se ofrece información sobre los recorridos posibles, y se proyecta un audiovisual que facilita la comprensión del yacimiento.

En el yacimiento arqueológico la visita recorre en primer lugar la necrópolis por un itinerario a cuyos lados pueden verse los túmulos de las sepulturas. Una vez que se llega al poblado, se avanza por los diferentes recintos definidos por sucesivas líneas de murallas concéntricas.

Desde el centro de recepción de visitantes hacia el oeste, se llega a una zona interpretativa en la que se han recreado a escala real un tramo de muralla con torres o bastiones y varias cabañas en las que se reproducen las labores de la época.

Duración: La duración de la visita completa está entre las dos horas y media y las tres horas. Existe la posibilidad de visitar sólo la zona interpretativa y el centro de recepción, lo cual supondría una hora y media.

Recomendaciones para la visita: Se recomienda traer calzado cómodo, gorra, protección solar y agua.