viernes, 30 de diciembre de 2011

Por la Sierra Maimón de Olula del Río 30 dic 2011




Tocaba estudiar una ruta por la sierra de Olula, un terreno abrupto pero lleno de encanto, ocupado por un extenso pinar de 900 hectáreas.
Salimos desde el depósito de agua que hay tras el polígono industrial, por el camino que baja hacia el barranco del Almirez buscando la Cuesta de las Arrodeas, el antiguo camino que subía hasta la Fuente del Modroño.
En este primer tramo, la ruta está señalizada con marcas provisionales de sendero. Comenzamos ascendiendo por donde nos dicen las señales, en una zona de matorral bajo en el que se entremezcla el terreno arcilloso con plataformas de conglomerado. Esta vía no ha sido transitada en años y está prácticamente borrada, por lo que es fácil salirse del trazado si perdemos la referencia de las marcas.
Después de un kilómetro, entramos en la zona del barranco del Modroño, donde la senda va delimitada por hileras de piedras. El camino es prácticamente recto, salvo por un par de pequeñas subidas en zigzag y algún que otro pino en mitad de la vereda. A nuestra izquierda domina las vistas la imponente pared caliza sobre la que se asoma el mirador de la Cerrada.



Llegamos a la cabecera del barranco, donde se encontraba la fuente y que hoy está ocupada por una explanada circular producto de una antigua prospección para captación de aguas que no dio resultado. Antes de continuar adentrándonos en la sierra, decidimos acercarnos hasta la Cerrá, que se encuentra a medio kilómetro por nuestra izquierda, y nos asomamos desde una de las paredes más elevadas, en la que los más de 100 metros de caída impresionan por sí solos.
Volvemos a la explanada y retomamos el recorrido saliendo por la parte norte, para tomar el barranco que asciende hacia los Corzos. Aquí el terreno es bastante escarpado, y encontramos mayor espesor de vegetación por encontrarnos en la zona de umbría. Siguiendo barranco arriba llegaríamos hasta un dique, y desde ahí una pequeña subida nos lleva a la pista forestal que vuelve hacia Olula; digo “llegaríamos” porque no tenemos intención de hacer ese tramo, sino que empezamos a ascender la ladera contraria del barranco buscando enlazar con el monte Almirez.
La subida no es excesivamente dura, vamos siguiendo las curvas de nivel del terreno y la vegetación no es demasiado tupida, pero lo cierto es que no hay vereda y vamos inventando el camino con cada paso. Merece la pena, ya que descubrimos una zona en laque persisten varios rodales de pino carrasco anteriores a las repoblaciones de pinolaricio que rodean el entorno. Poco después damos con una vereda que nos conduce hasta el collado que hay tras el Almirez. Ya que estamos aquí, no dejamos pasar la oportunidad de ascender (monte a través) hasta los mil metros de altura de este hito geográfico para degustar las vistas del valle.
De nuevo en el collado, tomamos un camino forestal abandonado que a 200 metros se bifurca: el ramal izquierdo nos llevaría a la pista forestal que comunica con Olula, y el ramal derecho (que tomamos) desciende hasta otro barranco que rodea el monte Maimón. Por este camino, y tras cruzar el barranco, nos encontramos con una zona relativamente despejada de pinos por diversas actuaciones de tala realizadas años atrás, y aunque no hay camino, es fácil seguir el recorrido por estas zonas de menor vegetación. Tras andar 500 metros por este terreno, damos con una vereda que se va ensanchando hasta convertirse en camino y que acaba desembocando en la pista forestal. Unos metros más de ascenso nos llevan hasta el Maimón, desde donde se puede observar el curso medio del Almanzora, y en días despejados es posible ver hasta el mar.
Iniciamos el descenso por la pista, que aquí tiene una pendiente pronunciada, que nos devolverá al punto de partida rodeando los montes cuyas cimas hemos visitado. Pero no queremos acabar el recorrido con este tramo tan monótono de pista, y bajamos por un escarpado barranco que nos conduce directamente (pero sin ninguna comodidad, eso sí) hasta los restos del antiguo camino que subía a la sierra.
Gracias a este desvío del camino, tenemos oportunidad de observar algunos esquivos habitantes de la sierra: un grupo de cabras monteses y un águila que sobrevuela nuestras cabezas.

Tras comprobar el lamentable estado en que se encuentra el camino antiguo, soportado por altos muros de piedra, llegamos hasta el tramo asfaltado que baja hacia el polígono industrial; pasamos junto a la ermita del Cristo de la Buena Muerte y poco después estamos de nuevo en el depósito de agua, del que salíamos 5 horas antes.

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