miércoles, 18 de diciembre de 2024

Vélez-Rubio, El, 99º de los 103 pueblos de Almeria.

 Vélez-Rubio. Por orden alfabético el 99º de los 103 de la provincia de Almería.

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En mi reto de hacer los 103 pueblos de Almería en bici, hoy Vélez-Rubio.

Municipio capital de la comarca de los Vélez y situado al norte de la provincia, en el lí­mite con la provincia de Murcia. En su término se puede pasar desde el fondo de las ramblas a los llanos y lomas, y desde éstas a los escarpes y grandes alturas. Está incluido en el incluido en el Parque Natural de la Sierra de Marí­a-Los Vélez, caracterizado por su clima mediterráneo continental, por sus montañas agrestes de materiales calizos y dolomí­ticos, por sus masas forestales de pinares y encinas, y por la riqueza arqueológica de sus yacimientos y cuevas.

El pueblo, asentado sobre una colina rodeada de vega, es un conjunto de varios estilos y orí­genes, según el momento histórico de la población. Lo más representativo corresponde a los Siglos XVIII y XIX, coincidiendo con los momentos de auge económico: la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, Monumento Histórico-Artí­stico; la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen; y un buen número de edificios que forman parte de la arquitectura doméstica: mansiones señoriales, viviendas de grandes propietarios y viviendas modernistas. Todo ello produce un conjunto de enorme interés arquitectónico.

Historia.

La primera recopilación de algunos datos referentes a la prehistoria nos la ofrece Rubio de la Serna en 1900, en su libro «Monografía de la Villa de Vélez-Rubio y su comarca». En ella señala los descubrimientos de algunas hachas de piedra, generalmente de diorita y algunas puntas de flecha de pedernal. Estas notas son recogidas y ampliadas por Palanques Ayén en su «Historia de Vélez-Rubio» escrita en 1909. Por aquel entonces escribía Rubio de la Serna con respecto a las hachas de piedra: «Conocida es la opinión, especie de superstición, que atribuye a aquellas piedras un origen atmosférico o meteórico, creyendolas exhalaciones caídas durante una tempestad; y de aquí el denominarlas centellas o piedras de rayo, de relámpago y de trueno». Afortunadamente, desde entonces, la arqueología ha evolucionado y hoy nos permite acercanos al estudio de nuestra prehistoria de una manera más racional.

Dado que no podemos extendernos en demasía, señalaremos algunos de los aspectos más interesantes de la reciente investigación. En el término municipal se conocen en la actualidad yacimientos arqueológicos que nos permiten afirmar que desde hace más de treinta mil años estas tierras estuvieron ocupadas por el hombre, explotanto sus recursos, prácticando la caza y la recolección. Faltan testimonios del Paleolítico superior que, sin embargo, está muy bien representado en la cercana Cueva de Ambrosio (Vélez Blanco).

Pero sí se han localizado yacimientos del Neolítico, en los momentos en los que ya se practica una economía de producción y se había sedentarizado la población. La excavación del Cerro de Los López, realizada en 1986, permitió conocer cómo eran las cabañas de aquellos momentos. Realizadas con zócalos de piedra y con paredes formalizadas con postes de madera, cañizo y cuerdas, recubiertas de arcilla y con un hogar central. La cerámica, la industria lítica y los restos de fauna nos permiten asegurar que ya se practicaba la agricultura y se dominaba la domesticación de los animales, aunque todavía se seguía cazando.

La gran sepultura megalítica nos habla también del enterramiento colectivo de sus muertos, en un ritual cargado de simbolismo del que aún se nos escapan importantes aspectos.Hacia la mitad del tercer milenio (2500 antes de nuestra era), se produce un incremento de población, a juzgar por los yacimientos documentados en la Edad del Cobre, cuando el hombre empieza a dominar los primeros trabajos metalúrgicos.Algunos yacimientos, como el Cerro Redondo, se localizan en la próximidad de las brechas de malaquita del Cerro de las Minas. Otros, como el de Venta Picolo, excavado con motivo de la realización de la autovía, han aportado importante documentación sobre la organización de los poblados en esta etapa.También son numerosas las evidencias de la ocupación en la Edad del Bronce, encontrándonos frente a un vacío poblacional en la etapa ibérica. Por su parte, la romanización está muy bien documentada, tanto a través de las fuentes, con el paso de la Vía Augusta, recogida en el Itinerario Antonino, de la que han aparecido miliarios en la Rambla de Chirivel y en las faldas de la Sierra de las Estancias, como por las evidencias de población dispersa documentada en las prospecciones arqueológicas y la excavación del cercano yacimiento de El Villar (Chirivel).

También son numerosas las evidencias de la ocupación en la Edad del Bronce, encontrándonos frente a un vacío poblacional en la etapa ibérica. Por su parte, la romanización está muy bien documentada, tanto a través de las fuentes, con el paso de la Vía Augusta, recogida en el Itinerario Antonino, de la que han aparecido miliarios en la Rambla de Chirivel y en las faldas de la Sierra de las Estancias, como por las evidencias de población dispersa documentada en las prospecciones arqueológicas y la excavación del cercano yacimiento de El Villar (Chirivel).

Son numerosos los enterramientos tardorromanos localizados en el término municipal. Tangencial al actual núcleo urbano en las Peñicas, se descubrió, en 1986, un sillar y un fragmento de fuste decorado perteneciente a una iglesia visigoda cuya ubicación no debió de estar muy lejos. Sin embargo, las evidencias materiales más tangibles del paso de la historia son las grandes construcciones, fortalezas y torres, correspondientes a la etapa musulmana. Dominando la vega, la fortaleza de Velad Al-Hamar (El Castellón), centro neuralgico de la población hasta final del siglo XV. Vigilando las tierras fronterizas, la Atalaya del Charche y la de Fuente Alegre, componentes fundamentales del sistema de vigilancia de la frontera nazarí.Como señalábamos anteriormente, a final del siglo XV, con la caída del reino nazarí y la nueva ocupación del territorio, se abandona el asentamiento de El Castellón y se desarrolla la primera trama urbana del actual núcleo de Vélez Rubio. Comienza así la historia un casco urbano que camina hacia la declaración de Conjunto Histórico Artístico.

Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación
Domina la geografía urbana. Levantada entre 1573 y 1768 de acuerdo a los planos de Fray Pedro de San Agustín, un monje jerónimo perteneciente al monasterio de San Pedro de La Ñora (Murcia). Sus extraordinarias dimensiones la convierten en el edificio más emblemático del paisaje urbano. El alto valor arquitectónico y escultórico de sus fachadas laterales y central refleja la grandiosidad que después veremos en el interior, con un retablo tallado realizado por Francisco Zesta (1769-1777), que quedó sin dorar. En la portada resalta el escudo de la Casa del Marqués de los Vélez y la Anunciación. Está flanqueada por dos torres cuadradas que alcanzan los 37 metros de altura, rematadas por cuerpos octogonales. El interior es de planta latina, con una gran cúpula y posee un órgano realizado por Gregorio Denoyen en 1796. Sin duda, nos encontramos ante el monumento más destacado del «Barroco Almeriense». Fue declarada Monumento Histórico Artístico con carácter nacional en 1981. Recientemente, en 1996, la iniciativa de la Revista Velezana ha puesto en la calle una magnífica monografía, con texto de las profesoras Nicolás Martínez y Torres Fernández y fotografías de Alberto Bañón, que acercan al lector de manera rigurosa y amena a sus particularidades y valores. Desde aquí la recomendamos a todos aquellos que quieran introducirse en un conocimiento más exhaustivo de la misma.


Vélez Rubio urbano
Asentado sobre una colina rodeada de vega, pronto se articuló en torno a la primitiva iglesia de San Pedro, construida en 1515, en la inmediatez de la pequeña fortaleza de El Castillico. Se genera así, durante los siglos XVI y XVII la primitiva zona cristiano-castellana, en torno a la Iglesia, el Castillico, el Concejo y el Pósito.En 1751, un terremoto dañó seriamente la construcción de San Pedro, que ante su estado ruinoso fue demolida, levantándose en su lugar la actual iglesia de la Encarnación. Palanques Ayén (1909) rememoraba así el suceso: «4 de Marzo de 1751 (...) Ocurrió entre dos y dos y media de la tarde, y fue de tal intensidad que sus efectos dejáronse sentir en casi todos los edificios de la población, muchos de los cuales quedaron en estado tan ruinoso que hubieron de ser totalmente demolidos y reedificados de nuevo. (...) Aquella tremenda sacudida geológica imprimió tan fuertes oscilaciones a la torre de la iglesia de San Pedro, que las campanas doblaron por sí solas largo rato, como si fuesen volteadas a media pino o impulsadas por una mano misteriosa, según testimonios de la época».Será durante los siglos XVIII y XIX cuando se produzca el mayor desarrollo urbano, apareciendo grandes vías, como la Carrera del Carmen, el Carril, o la Carrera de San Francisco. Lógicamente, a esta etapa corresponden los edificios y viviendas más representativos del municipio, de los que ahora reseñamos algunos.

Iglesia de Nuestra Señora del Carmen
Su posición le da nombre a uno de los ejes principales del municipio, la Carrera del Carmen. Su construcción se realiza entre 1617 y 1628. Presenta una portada barroca y un retablo de la época, aunque ha sufrido añadidos posteriores. Durante los últimos años ha permanecido apuntalada, debido a sus deficiencias estructurales, hasta que la reciente intervención de restauración realizada por la Consejería de Cultura ha permitido reponer totalmente la cubierta y consolidar la obra. Precisamente con motivo de estas obras, cuando se levantó la cubierta pude observar con sorpresa cómo la Iglesia se había realizado en el interior de un edificio que ya exístia, de planta rectangular y realizado con muros de tapial. Es decir, la iglesia del Carmen no se levantó de nueva planta, simplemente se incorporaron las bóvedas y cúpula a una estructura rectangular ya existente, cuya funcionalidad anterior desconocemos. Otros edificios singulares de carácter religioso son la iglesia de San José, antigua tercia de granos de la casa señorial adosada a la vivienda del administrador del Marqués y reconvertida en capilla hacia 1888; y la iglesia del Convento de María Inmaculada, anexa al propio convento y construida en los primeros años del siglo XVII. Destaca su torre, con resabios mudéjares. Actualmente nos encontramos con un vacío clamoroso en el lugar de su retablo barroco, puesto que éste fue desmontado en la década de los 70, conservándose algunas columnas salomónicas en una de sus naves.

En cuanto a los edificios civiles, destacaremos el Hospital Real, un edificio sólido adosado a la iglesia del Carmen, construido en 1765, de estilo barroco, con empleo del ladrillo y cajones de yeso blanco. Entre 1988 y 1991 se rehabilitó, siendo en la actualidad la sede del Museo de Arqueología «Miguel Guirao». Otro edificio singular encontramos en el barrio de El Fatín, se trata de la Almazara de aceite, probablemente la antigua tercia de la casa marquesal, construida, al igual que el anterior, con ladrillo y paños blancos. En la puerta presenta el escudo nobiliario. Actualmente sigue funcionando como almazara. Destacaremos también el Palacio de las catequistas, antes Casa del Administrador del Marqués. Su origen se remonta al siglo XVIII y, aunque ha sido sometido a algunas reformas, conserva el patio y el claustro. Por último, señalaremos el Ayuntamiento, que, construido en 1732, hoy sólo conserva de su obra original la fachada barroca, debido a una importante remodelación que ha afectado además a todo el entorno, y que ha permitido dejar exenta la iglesia.

Por otra parte, en la arquitectura doméstica velezana encontramos un patrimonio rico, que se puede agrupar a grandes rasgos en tres grupos. El de las mansiones señoriales de clara influencia barroca, construidas entre los siglos XVII-XVIII y comienzos del XIX. Las viviendas de grandes propietarios, realizadas a partir del XIX hasta el XX, y las viviendas de tipo historicista-modernista, construidas en los primeros años del siglo XX. Ante la importancia de su patrimonio, Vélez Rubio cuenta hoy día con un Plan Especial de Protección del Casco Histórico, único caso en toda la provincia almeriense. Este hecho, evidentemente, está incidiendo en la mejora reglada de todo su conjunto, posibilitando la unificación de sus construcciones, mejorando con el respeto a los entornos y recuperando unos espacios urbanos que permiten valorar adecuadamente sus particularidades. Se supera así una etapa cuyo legado más infortunado se materializó en un edificio de diez plantas de altura en las inmediaciones de la iglesia. En la Revista Velezana, publicación anual de carácter comarcal que ya cuenta con quince números, se pueden encontrar numerosos trabajos que enriquecen la visión del patrimonio arqueológico, histórico, artístico y urbano de este municipio.

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